La Ponte-Ecomuséu
¡¿Qué rayos es un ecomuseo?! Esta es quizá una de las preguntas que más nos han hecho en los últimos tiempos. Y desde luego no es fácil de responder. Primero, porque los inventores del término, allá por los años 60, utilizaron un prefijo, “eco”, y un sustantivo, “museo”, que ninguna justicia hacen al verdadero significado que resulta de su conjunción. Siempre explicamos lo mismo: un ecomuseo comparte con los museos convencionales unos objetivos comunes, que son conservar, dar a conocer e investigar algún tipo de patrimonio. Pero difiere de ellos en que el territorio es el verdadero museo, el contenedor. A su vez, la colección que se exhibe (el contenido), está integrada por todo el patrimonio, cultural y natural, que alberga dicho espacio. Finalmente, la diferencia más importante, es que en el ecomuseo la ciudadanía debe jugar un papel decisivo en su puesta en marcha y gestión. Es, en definitiva, una herramienta de participación comunitaria, una fórmula mediante la que una población se “hace cargo” de su patrimonio cultural, para cuidarlo y, entre otras cosas, poder vivir de él.
¿Y no cobráis subvenciones? Es la otra gran pregunta. Pero es sin duda la respuesta lo que mayor perplejidad provoca en el visitante: no. Tiene su explicación. Y es que en Asturias nos hemos acostumbrado demasiado a que todas las iniciativas museales tengan un origen institucional y respondan en realidad a demandas administrativas y no ciudadanas. Es un síntoma que evidencia el tipo de sociedad que somos: poco o nada participativa. Los ecos de la Nueva Museología siempre vienen de lejos, de otros países o regiones. Aquí la gente sigue concibiendo el museo como lo que siempre fue, un edificio donde se guardan cosas de cierto valor en vitrinas. Este caldo de cultivo da lugar a la aparición de un “sector” cultural completamente dependiente, institucionalizado y en determinados aspectos bastante anodino. Pero, ¿hay alternativas? ¿Es realmente posible que un pequeño grupo de personas sin medios económicos pueda poner en marcha una iniciativa ecomuseal? Es una pregunta que hace un par de años nosotros mismos nos planteábamos.
A día de hoy la respuesta es clara: sí. Desde luego que es posible. Con mayor esfuerzo, más trabajo e importantes trabas y dificultades. Compensando la falta de medios económicos con ideas y con originalidad. Y la falta de influencia con valor y honestidad. Pero finalmente La Ponte-Ecomuséu existe y está ahí. Somos una organización minúscula, con muy pocos recursos económicos, pero genuinamente ciudadana, profundamente comprometida y, sobre todo, rebosante de ilusión. En dos años hemos conseguido construir de la nada un ecomuseo, con nuestro propio centro de recepción de visitantes, donde montamos exposiciones, disponemos de una librería y una pequeña biblioteca. Hemos alcanzado acuerdos con diferentes instituciones para poner en marcha el proyecto de puesta en valor del patrimonio cultural local: Principado de Asturias, Arzobispado de Oviedo, parroquia, vecinos… Gracias a ellos abrimos las puertas de yacimientos arqueológicos, iglesias, bienes de interés etnográfico, etc., que hasta la fecha permanecían en silencio, olvidados, o carecían de horarios y servicios de guía adecuados. Trabajamos con centros educativos, universidades, ayuntamientos, investigadores. En fin, que ya somos algo más que un “proyecto” sobre el papel. Ahora somos un proyecto vivo, en movimiento.
Pero la labor de La Ponte no es solamente “mostrar”, “enseñar” nuestro patrimonio cultural local y procurar su conservación. Sino también investigar sobre el mismo. Y la investigación requiere también de medios: económicos, técnicos y humanos. De los primeros ya hemos hablado, carecemos de ellos. Pero lo demás puede arreglarse trabajando en red y contando con colaboraciones, como las de este primer número de nuestra revista.
Así nace el Cuadiernu de La Ponte, con unos objetivos por el momento muy modestos: incentivar la investigación a nivel local. Un ejemplo lo tenemos en el artículo de Xulio Concepción Suárez que se presenta aquí. Es el resultado de una propuesta que elevamos al autor desde el ecomuseo. Disponíamos de la toponimia tradicional de dos parroquias ya publicadas, así que le sugerimos a Xulio hacer una interpretación de la etimología (origen de los nombres) de estos topónimos. Su trabajo nos ha ayudado a conocer mejor nuestro territorio y parte de su patrimonio inmaterial. Y esa es la línea que se pretende seguir desde esta revista: aprender más para divulgar mejor. Facilitar el medio para crear nuevo conocimiento, una pata imprescindible de las que sostienen este laboratorio integral de gestión del patrimonio cultural que llamamos Ecomuséu.
Esperamos que disfrutéis aprendiendo con el Cuadiernu tanto como nosotros lo hacemos.
Cuadiernu Nº.1, 2013. ISSN 2340-6895. Págs 2-4
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